viernes, 13 de agosto de 2010

Es campeón mundial



La Albirroja de todos, la que no hace mucho nos hizo delirar, emocionar y gritar hasta el hartazgo, la misma que por poquito no dejó afuera a España allá en Sudáfrica, se presentó ante la gente que le pertenece y brindó, dentro de un partido realmente amistoso, pero muy serio, un show tremendo. Enrique Vera primero, luego de una gran gestión de Haedo, y Cristian Riveros, con definición excelsa, nos hicieron recordar el igualmente 2-0 ante Eslovaquia, cuando fueron los artífices del triunfo. El Tata, metidísimo en el encuentro, celebró a su más puro estilo. El monarca del planeta, desde lo moral, tuvo su premio en casa y a la vez premió a la afición que siempre le hizo el aguante y que le hará toda la vida, caramba. 
Fue un partido diferente. A toditos. Habrá sido la vez en que todos los muchachos entraron más emocionados que de costumbre, por todo lo vivido instantes previos con Salvador Cabañas.

Y en medio de un marco emotivo, festivo pero sobre todo especial, hubo que cumplir con un lance de carácter internacional y amistoso en el que Costa Rica se portó diez puntos, en todo sentido de la expresión.
Con ilusión, sentimiento y seguridad, se sabía que la Albirroja ganaría. Restaba determinar por cuánto. El 2-0 le calza al juego, pero si se daba un marcador más abultado tampoco hubiera sido exageración.
El equipo del Tata estuvo enchufado, no quiso defraudar a la gente y cumplió con creces.

Nelson Haedo, como a lo largo de las eliminatorias, fue el mimado del público y uno de los que más metieron incansablemente. Y justo, por una gran acción que le tuvo como protagonista principal, habilitó a Enrique Vera, quien venía con todo y no falló.
La ventaja fue la decoración propicia de un match distendido pero no por ello lento.

La etapa complementaria, de movida, mostró a Martino haciendo bien las cosas. El orientador realizó cambios conjuntos y así cada quién, en un momento preciso, se retiró con su ovación respectiva.

Y con variantes múltiples, además de las que realizó la visita, el ritmo varió, ni para bien ni para mal, pero le dio otra cara a la etapa segunda. 
Una de las modificaciones que se realizó con posterioridad fue la de Cristian Riveros, un gran jugador de fútbol que en el Mundial, en los partidos por los puntos, ratificó que es determinante. Y como en el Día del Padre, cuando vacunó a Eslovaquia y le dedicó a su progenitor la hermosa conquista, ahora probó y no interesa si tiró un centro. Fue un golazo que levantó de nuevo al pueblo paraguayo y futbolero que asisitió al Defensores.

Allí terminó el partido, al que sin embargo le faltaban casi 20 minutos para que finalizara.

Lo importante aquí fue la antesala, el compromiso mismo,
la actuación de cada player ante los aficionados entusiastas y el profesionalismo para encarar un cotejo que se ganó y que tuvo el plus del escenario, de la escenografía, el contexto y los intérpretes. Fueron los mismos, fueron los héroes. Fueron los nuestros.  

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